Antonio, por sus talentos, que demuestra saber poner al servicio del Reino de Dios, recibe también el encargo de Ministro Provincial (o sea, guía de las fraternidades franciscanas) del norte de Italia, con mucha probabilidad en el trienio de 1227-1230. El encargo comporta la visita a los numerosos conventos de la Italia septentrional. Antonio demostrará enseguida preferir la ciudad de Padua y la pequeña comunidad franciscana junto a la simple iglesita de Santa María Mater Domini.
En esta ciudad, Antonio se quedará durante dos breves períodos de tiempo, cerca uno del otro: el primero entre 1229 y 1230; el segundo entre 1230 y 1231, durante el cual muere prematuramente. A pesar de ser un período tan breve, Antonio instaura un fortísimo vínculo con esta ciudad.
La Assidua, la primera biografía de san Antonio, afirma que escribió sus Sermones para los domingos durante una de sus permanencias en Padua. A pesar de que la noticia no está probada del todo, es cierto que este voluminoso texto (dirigido en modo particular a sus frailes para formarlos en el arte de la predicación) expresa la gran ciencia teológica del religioso que -después de la canonización- recibirá el título de Doctor de la Iglesia.