Es el rito que recuerda los últimos momentos de la vida terrena de san Antonio: advirtiendo próxima su muerte, él se había hecho llevar, en una carreta tirada por bueyes, de Camposampiero a Padua, donde deseba morir. Sin embargo, llegado a las puertas de la ciudad, en una localidad llamada La Arcella, fue obligado a detenerse y allí expiró serenamente, confortado con la visión de Jesús.
La muerte ocurrió el viernes 13 de junio de 1231, al caer la tarde. Por esto los frailes de la Basílica, cada viernes por la tarden rememoran el momento del tránsito (o sea el paso de la vida terrena a la vida eterna).
Además cada año en la vigilia del 13 de junio, se representa una sugestiva evocación histórica por las calles del barrio paduano de la Arcella.