En este día, iluminado por la esperanza evangélica que proviene de la humilde gruta de Belén, pedimos para todos ustedes el don navideño de la alegría y de la paz: para los niños y los ancianos, para los jóvenes y las familias, para los pobres y marginados. Que Jesús, que vino a este mundo por nosotros, consuele a los que pasan por la prueba de la enfermedad y el sufrimiento
Nuestros pensamientos se dirigen de forma especial a la gente que está sin casa a causa del terremoto del centro de Italia, a los cristianos perseguidos a causa de su fe, a los prófugos y a las víctimas de la violencia y de las guerras.
Donde nace Dios, nace la esperanza y donde nace la esperanza, las personas encuentran la dignidad.
¡Feliz Navidad del Messaggero di s. Antonio y de los frailes de la Basílica!