En una localidad de Toscana se están celebrando con solemnidad los funerales de un hombre muy rico. Antonio está presente en el funeral y, movido por una inspiración se pone a gritar que aquel muerto no puede ser enterrado en lugar consagrado porque el cadáver no tiene el corazón.
Los presentes quedan turbados y comienza una encendida discusión. Finalmente son llamados los médicos, que abren el pecho del difunto. Efectivamente, el corazón no está en la caja torácica y lo encuentran en la caja fuerte donde conservaba el dinero.